jueves, 14 de enero de 2016

Bertuchi, pintor de Marruecos

La excelente obra de Mariano Bertuchi está un poco olvidada, pese a ser el artífice de una pintura de gran belleza que, además, nos permite sumergirnos en la vida de los años del protectorado español de Marruecos, gracias a sus cuadros luminosos y brillantes, capaces de transportarnos a una época no tan lejana en el tiempo y repleta de detalles de un orientalismo romántico y nostálgico.




















Bertuchi nació en Granada (1884), concretamente en el barrio del Realejo, y ya desde niño mostró una gran disposición natural para el arte, en especial, para la pintura. 
Casi todas sus primeras obras recogen aspectos costumbristas locales, muchos de ellos con paisajes y escenas granadinas y malagueñas, pero fue su vida en Marruecos la que le permitió sumergirse en ese universo norteafricano que le dio fama mundial.
En sus cuadros se refleja una clara influencia de su tocayo Fortuny, fallecido poco antes del nacimiento de Bertuchi y predecesor suyo en abordar temas orientales en las artes plásticas españolas.

Mariano Bertuchi se instaló en Marruecos y allí vivió hasta su muerte en Tetuán (donde se había establecido en 1915), en junio de 1955. Poco a poco se fue convirtiendo en el 'pintor oficial del Marruecos español' y sus cuadros decoraron salones y despachos de organismos oficiales y destacadas personalidades del protectorado, incluyendo entre sus admiradores distinguidos al propio Jalifa. 

En el Ramiro de Maeztu
Pero Bertuchi fue más que un artista. Se implicó en muchos aspectos del proceso colonizador español, interviniendo en múltiples facetas (primero como cronista gráfico y, más tarde, ejerciendo cargos relacionados con el arte en la administración colonial), entre las que destaca su papel como creador de la Escuela de Bellas Artes de Tetuán y del propio Museo de Tetuán, del que fue director. Fue condecorado con la Cruz del Mérito Militar y destacó, en todo momento, por su defensa y respeto del arte y el entorno tradicional marroquí, del que siempre procuró su preservación.

Yo tengo especial devoción por su arte, ya que no hay que olvidar que varios de sus cuadros se conservan en el Instituto Ramiro de Maeztu de Madrid, regalo del Jalifa de Marruecos en agradecimiento por la estancia de su hijo, quien cursó allí sus estudios y vivió en el Internado Hispano-Marroquí del que, por aquellos tiempos, era el más célebre y aventajado centro educativo oficial de España.

También destacó Bertuchi como cartelista, ya que muchas de sus pinturas se convirtieron en carteles turísticos de Marruecos, verdaderamente atractivos, como no podía ser de otra forma teniendo en cuenta la naturaleza de muchas de sus obras que, como ya hemos dicho, combinaban la belleza natural de las ciudades, monumentos y tierras del Magreb con un tratamiento de los personajes tradicionales, cuya presencia en las escenas retratadas contribuye sobremanera en la creación de una atmósfera especial que trasciende a la simple reproducción de un paisaje.


Carteles turísticos de Bertuchi

Nunca se cansa uno de admirar estos cuadros de colorido luminoso y llenos de brillante serenidad, que se han convertido, con el paso del tiempo, en el más fiel documento de toda una época de la que son ya permanente memoria y recuerdo para los amantes del arte orientalista y de la historia. 

Gracias, Bertuchi, pintor de Marruecos.


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