miércoles, 26 de septiembre de 2012

Okavango: el oasis del Kalahari

El delta del Okavango es una de las grandes maravillas del continente africano. Una de esas sorprendentes rarezas naturales que nos demuestran que nuestro planeta es verdaderamente extraordinario.

Elefantes en el Okavango
El Okavango nace en Angola (donde recibe el nombre de Kubango) y, tras recorrer algo más de mil seiscientos kilómetros y haber servido como frontera entre Angola y Namibia, se adentra en el norte de Botswana, para morir, convertido en un gran delta con forma de mano, engullido por las arenas del Kalahari, el mayor desierto del sur de África.
Y es aquí, en Botswana, donde sus aguas forman este gigantesco oasis, proporcionando un incomparable habitat natural a cientos de especies animales y vegetales. Sin el Okavango, Botswana sería poco más que un enorme desierto, cuyos límites habrían ido creciendo con el transcurso del tiempo. 

Aterrizando en el delta
Para llegar al delta, hay que volar, siempre en pequeñas avionetas, desde Maun o desde Kasane, si bien Maun es la entrada más habitual, por estar, prácticamente, en el límite sur del delta y mucho más cerca que Kasane.
En realidad, el Okavango es el único gran río que se adentra en busca del corazón de Botswana, un país que no tiene mar y que, tal vez por ello, exige a su río de la vida que vierta sus aguas en el desierto. Los otros ríos importantes del país son, sobre todo, sus fronteras naturales: el Limpopo, al sur; el Shashe, al este; y el Linyanti, al norte.

Jirafa con sus crías
El Okavango cumple con creces esta exigencia, ya que no solo entrega su generoso tributo acuático al Kalahari, sino que aumenta su caudal cuando más se necesita, en la estación seca. Este extraordinario hecho se produce gracias al lento discurrir de su curso desde Angola. La gran cantidad de agua acumulada durante la temporada de lluvias en su origen tarda varios meses en llegar al delta, siendo aquí, por tanto, mayor el nivel de sus aguas en plena estación seca. Una maravilla más de este portento extraordinario de la naturaleza africana.

Botswana es un país muy joven (independiente desde 1966) y grande en extensión (para las dimensiones europeas), ya que su superficie es mayor que la de Francia, pero está escasamente poblado (apenas un millón y medio de habitantes). Su capital es Gaborone, fronteriza con Suráfrica, y la lengua nacional es el Setswana, aunque el idioma oficial es el inglés.

Bandera de Botswana
Sus habitantes son amables, abiertos y hospitalarios con los visitantes. A mí me parecen los más simpáticos de todo el sur de África. También me gusta su bandera, de color azul celeste, atravesada por una franja negra horizontal, bordeada por sendas líneas blancas, y que, por algún motivo, me produce una sensación acorde con el carácter agradable y sencillo de sus ciudadanos.
Su gran lacra, como la de muchos otros países africanos, es el sida, si bien es cierto que Botswana es uno de los países que más en serio se ha tomado la lucha contra esta terrible enfermedad.

Pero bueno, dejémonos de generalidades que, con seguridad, muchos ya conoceréis y pasemos a hablar de su gran atracción natural: el delta del Okavango.
Nxabega
En el delta no hay hoteles. Solo campamentos, la mayoría de ellos pequeños, caros y muy exclusivos. Desde luego es imposible conocerlos todos, porque son muchos, pero yo quiero destacar dos que me gustan especialmente: Nxabega y Sandibe.
El primero de ellos, Nxabega, es un pequeño campamento, con solo nueve tiendas que cuenta, eso sí, con todas las comodidades. Las rústicas, aunque lujosas, tiendas están distanciadas unas de otras, para proporcionar una privacidad que te hace sentir el delta en toda su intensidad.
Nxabega, que significa "El lugar de la jirafa", está situado en una concesión privada que bordea la reserva de Moremi, en el límite occidental del delta.

Mokoro
Desde Nxabega podemos entrar en contacto con lo más auténtico de toda la zona. Rodeados de un agua sorprendentemente cristalina por casi todas partes, es el punto de partida ideal para navegar por sus canales y vivir una experiencia acuática única, gracias a la increíble perspectiva que nos ofrece el Okavango desde el mismo nivel de sus aguas. La mejor manera de navegar por el delta es en mokoro, unas pequeñas canoas que se mueven lentamente impulsadas por una pértiga que se apoya en las limpias arenas del fondo. Aunque parezca increíble, en invierno (nuestro verano) apenas hay mosquitos, a pesar de que nos abrimos paso, en medio de un indescriptible silencio, entre compactas extensiones de juncos y otras plantas tropicales. Lo que sí podemos encontrarnos es algún que otro grupo de elefantes o hipopótamos, de los que conviene mantenerse prudentemente alejados.

Sandibe Safari Lodge
Sandibe es más seco, aunque también está en el delta, y, como Nxabega, ofrece magníficos paseos en mokoro. Aquí, a diferencia de otros campamentos del Okavango, los huéspedes no están alojados en tiendas, sino en unas fantásticas cabañas (ocho en total) que mantienen todo el espíritu auténtico y sencillo de Botswana, pese a disponer, desde luego, de las máximas comodidades.
Una estancia en Sandibe se completa con la lectura adecuada. Yo recomiendo cualquiera de las deliciosas novelas de la serie de Alexander McCall Smith, protagonizadas por Mma Precious Ramotswe, la simpática y sencilla detective, fundadora de The No.1 Ladie's Detective Agency, que da título al primero de sus relatos.

Tanto en Sandibe como en Nxabega veremos gran cantidad de animales salvajes (a veces dentro de los propios campamentos, que no están vallados).La variedad de aves es fantástica y son dos de las áreas con mayor concentración de elefantes del sur de África.
En ambos lugares se pueden hacer excursiones nocturnas que nos ofrecen una dimensión diferente de la vida animal en el delta.


Botswana, en general, y el delta del Okavango, en particular, nos transportan hacia una naturaleza en estado original, primitiva y sencilla, que nos sumerge en el mundo africano más auténtico. Un viaje que no dejaré de recomendar a cuantos necesitan alejarse de las compactas multitudes que arrasan los lugares de moda de nuestro decadente mundo occidental.

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