miércoles, 6 de marzo de 2013

Los leopardos de Londolozi y MalaMala

No hay otro lugar en el mundo mejor que estas dos reservas privadas para disfrutar de la observación de leopardos en libertad.
Tanto Londolozi como MalaMala se encuentran junto al primer parque nacional de Sudáfrica, el Kruger National Park, una gran extensión, de casi veinte mil kilómetros cuadrados, consagrada a la conservación de la vida animal salvaje, cuyo extremo oriental linda con el vecino país de Mozambique.

Leopardo en Londolozi
Ambas están ubicadas a la orilla del río Sand, en el corazón de la bien conocida Sabi Sand Game Reserve. Junto a Singita (de la que no voy a hablar en este artículo, ya que no la conozco), ocupan toda la parte central de Sabi Sand y casi la mitad de su superficie total.
Se accede a ellas a través del pequeño aeropuerto de Skukuza, donde se encuentra la sede administrativa del Kruger National Park, si bien MalaMala también cuenta con una pequeña pista de aterrizaje, que es más que suficiente para avionetas y pequeñas aeronaves.

Londolozi es algo más salvaje que MalaMala y está concebido como el sitio ideal para realizar una inmersión a fondo en la naturaleza. No en vano su nombre significa en idioma zulú algo así como "protector de todo lo que vive".

Puesta de sol en Londolozi
Cuenta con cinco pequeños y muy cuidados campamentos, cuyos distintos tipos de alojamiento son, en verdad, extraordinarios desde todos los puntos de vista. Los cinco son magníficos, pero mi favorito sigue siendo el Tree Camp por ser el mejor integrado en el entorno. Desde sus rústicas terrazas de madera, casi ocultos por árboles y maleza, podemos ver cómo los animales se acercan al arenoso cauce del río para beber y refrescarse, olvidándose por completo de nuestra discreta presencia, que ignoran con espontáneo desdén.
He dicho que Londolozi es ideal para tener encuentros con leopardos en su habitat natural, pero, en realidad, es mucho más que eso. Esta reserva, que data de 1926, es pionera en casi todo, destacando en su sensibilidad por la conservación de una vida salvaje que hay que cuidar con especial esmero. Aquí podremos convivir con los legendarios leones de la Tsalala Pride, una manada residente en la reserva, que es, junto a los leopardos, emblema de Londolozi.

La proximidad con los animales adquiere en este territorio tan singular especial relevancia. Es difícil sentirse más cerca de ellos, disfrutarlos y entenderlos mejor que en Londolozi, ya sea a través de los habituales paseos a la salida y a la puesta del sol, siempre diferentes unos de otros, o mediante cualquiera de las diversas experiencias únicas que se nos ofrecen, como una sesión de yoga bajo la atenta mirada de los rinocerontes o un tranquilo y relajado té, previo a la excursión vespertina que nos volverá a introducir en el sueño de África.

Por cierto, hablando de sueños africanos, no puedo dejar de recomendar tres de mis libros favoritos sobre viajes a este gran continente. Me refiero a la Trilogía de África de Javier Reverte (El Sueño de África, Vagabundo en África y Los caminos perdidos de África), lectura imprescindible para todo aquel que quiera adentrarse, física o intelectualmente, en la tierra que fue cuna de la especie humana.

MalaMala Main Camp

Si llegamos a MalaMala desde Londolozi, nuestra primera impresión será que entramos en un lugar más 'civilizado'.
Y puede que sea cierto, aunque, básicamente, el efecto lo produce el orden con el que están dispuestos su tres campamentos, en especial el Main Camp, con sus amplísimas cabañas de color ocre intenso, cuya planta circular y sus cónicos tejados le confieren un estilo inconfundible. Los altos techos interiores y sus amplias terrazas privadas, dominando la orilla occidental del río Sand, son, también, parte fundamental de sus inconfundibles señas de identidad.

Al otro lado del río se extiende un vasto territorio, que es un verdadero santuario para la vida animal en su estado más auténtico. Un terreno exclusivo para los huéspedes de MalaMala, ya que solo ellos pueden disfrutar de recorrerlo, una y otra vez, siempre acompañados por los muy expertos y eficaces rangers y trackers de una de las primeras reservas privadas que se especializó en la actividad de los safaris modernos, es decir, aquellos que no tienen por objetivo la caza, sino la interacción con la vida salvaje de los animales.

Leopardo en MalaMala
Los llamados cinco grandes (león, leopardo, elefante, búfalo y rinoceronte) están bien presentes en MalaMala. A unos y otros nos los encontraremos en nuestros siempre interesantes paseos y estaremos tan cerca de ellos que entenderemos bien el porqué del origen de su nombre (se llaman así por ser los cinco animales africanos cuya caza a pie conlleva un mayor riesgo y dificultad).

Sin embargo, siendo todos espectaculares cuando se desenvuelven con libertad en su medio natural, los leopardos son, sin duda, los reyes de MalaMala. Muchas son las historias contadas y fotografiadas sobre ellos, pero ninguna es tan extraordinaria como la que se vive en primera persona cuando vemos, directamente sobre nuestras cabezas, a uno de estos grandes felinos mientras descansa indolente sobre una rama, con su presa a salvo del eterno hambre de las hienas, sus enemigos naturales más directos, especializados en robarles sus capturas.

Piscina en MalaMala
En MalaMala es imposible aburrirse. Literalmente, no hay tiempo para ello. Como en casi todos los safaris, se madruga mucho, pero antes del mediodía ya estamos de vuelta para descansar en la estupenda piscina, con vistas a la muy diversa fauna que suele acercarse al río, despreciando la presencia de sus observadores. El Main Camp es muy confortable (nunca he estado en los otros dos más que de visita, pero también lo parecen) y tanto la gran terraza como el comedor y el bar o la acogedora biblioteca del Monkey Club, son lugares interesantes y relajados para pasar un rato tranquilo y agradable, comentando las incidencias y emociones de la jornada con los guías o con otros huéspedes. 
Por la noche, la sobremesa en el boma, bajo el infinito cielo de África, protegidos por el enorme árbol de ébano que ha sido testigo silencioso de tantos apasionados relatos, es la antesala perfecta del sueño reparador que nos espera tras el agotador día al oeste del Kruger.

Mientras tanto, un poco más allá, los leopardos de Londolozi y MalaMala comienzan su actividad nocturna, ajenos a nuestra fantasía, que vuela, tan libre como ellos, por los senderos, eternos e intangibles, de un continente que la humanidad lleva grabado en el origen de su especie.

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