Sevilla se despereza,
bautizada de rocío,
entre geranios y albero
que iluminan los sentidos.
En los rincones del alma,
los lamentos de una copla
se cuelan por los balcones
de los amores perdidos.
Y unos ojos se reflejan
sobre la plata del río,
cuando las luces de mayo
te buscan bajo los puentes
y solo encuentran vacío.
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