Otras viejas fotos de Ibiza (recuperadas, también, por mi amiga holandesa Corrie Franse, como las publicadas en un anterior artículo) nos permiten, de nuevo, retroceder en el tiempo y disfrutar del placer de contemplar unas cuantas iglesias ibicencas, tal como eran hace medio siglo, cuando la isla era una total desconocida para el gran turismo y los pocos que habíamos tenido la suerte de descubrirla disfrutábamos casi en solitario de uno de los enclaves más auténticos del Mediterráneo, conservado en toda su belleza natural, a través de los siglos.
Es cierto que las iglesias de la isla de Ibiza siguen siendo hoy tan extraordinarias como lo fueron siempre, pero nos gustará recordarlas con ese colorido único que las fotografías antiguas proporcionan a los paisajes, a los edificios y, sobre todo, a los recuerdos.
Estas iglesias son únicas en el mundo y deben su particular estilo a que fueron concebidas con la doble función de templo y fortaleza capaz de defender a los habitantes de las distintas poblaciones de la isla de los frecuentes ataques piratas.
Grandes muros blancos, con pequeñas ventanas que más parecen troneras de un castillo y poderosos portones de madera, son, junto a los frecuentes arcos que adornan sus fachadas, las principales características comunes de estas singulares construcciones religiosas, cuya sencillez no está reñida con una insólita y muy particular belleza.
Empezaremos por la iglesia de de Santa Inés (Santa Agnès).
Santa Inés |
El amplio valle de Santa Inés, muy próximo a la costa este de Ibiza, es un escenario bucólico, de una gran armonía silvestre y poco frecuentado por el turismo.
Su litoral está protegido por poderosos acantilados y el campo dibuja un escenario tranquilo en el que abundan los cultivos y los frutales, salpicado de construcciones aisladas.
Los almendros en flor inundan la comarca antes de que llegue la primavera al pequeño pueblo (apenas unas pocas casas), en el que la iglesia es su construcción más notable.
Frente a ella, la terraza del bar Can Cosmi es el observatorio ideal sobre su fachada y la tranquila placita que se extiende delante de su muro blanco.
En el interior de la iglesia podremos ver una talla de la Virgen del Rosal, que data del siglo XIX.
Dos de los hoteles más bonitos de Ibiza, Can Pujolet, próximo a los acantilados, y Es Cucons, en pleno valle, están en Santa Inés y son, sin duda alguna, alternativas extraordinarias para unas vacaciones relajadas, felices y diferentes.
San Rafael |
La iglesia de San Rafael (Sant Rafel), con su pequeña cúpula y sus contrafuertes, tiene un aspecto muy característico. También destaca su campanario, que se alza sobre los arcos desiguales de su porche exterior. Desde él se puede ver una bonita y lejana vista de la ciudad de Ibiza.
La planta de la iglesia es de una sola nave, con capillas laterales de escaso fondo.
Su construcción data del siglo XVIII y está enclavada en uno de los asentamientos más antiguos de Ibiza, ya que parece que en la zona de lo que hoy es la localidad de San Rafael (perteneciente al municipio de San Antonio), existen restos que demuestran que estuvo poblada hace más de dos mil años.
Hoy, San Rafael, a mitad de camino entre los dos principales núcleos urbanos de la isla, Ibiza y San Antonio, es famosa por sus grandes discotecas y restaurantes de moda (próximos a la nueva y controvertida autovía), aunque sigue conservando pequeñas y acogedoras casa de comidas, como el bien conocido restaurante Es Tancó, de excelente reputación y tradicional ambiente ibicenco. Es muy recomendable.
Por otra parte, la situación de San Rafael, en el centro de las isla de Ibiza, ha hecho, históricamente, de esta pequeña población un cruce de caminos que siempre se ha ofrecido como lugar ideal para hacer un alto y disfrutar de su gastronomía local que hoy ofrece un buen número de opciones diversas a quien prefiere mantenerse a una prudente distancia de los dos ajetreados extremos de la autovía Ibiza-San Antonio.
San José |
Al suroeste de San Rafael, nos encontramos con el mayor término municipal de la isla: San José (Sant Josep). Su principal centro urbano (del mismo nombre, pero con el apellido de la montaña más alta de Ibiza, Sa Atalaia), cuenta con una de las iglesias más bonitas y representativas del estilo tradicional ibicenco.
Es más antigua que la de San Rafael, pues data del primer tercio del siglo XVIII. Su alta fachada principal cuenta con tres arcos (grande el central y más reducidos los laterales) y un bonito y sencillo campanario. Accediendo al interior, atravesando el porche al que dan paso los arcos, entramos en una gran nave abovedada, con capillas a los lados.
La parroquia de San José conserva algunas de sus obras antiguas de arte religioso y otras, dañadas durante la guerra, están en proceso de restauración.
Sus blancos muros exteriores son muy altos y la construcción destaca con fuerza en el centro del pueblo, junto a la carretera.
La costa de San José tiene las mejores playas de la isla, así como grandes espacios naturales interiores cubiertos de pinos y con excepcionales paisajes verdes, muy bonitos de visitar. Excelentes restaurantes, como el fantástico Can Berri, en San Agustín, y cuidados y exclusivos hoteles, como Sa Talaia o Los Jardines de Palerm, así como su relativa proximidad a la capital y a San Antonio, hacen de San José uno de los destinos ideales para quienes buscan lo mejor de la gran Pitiusa.
San Juan |
Al norte de la isla está el término municipal de San Juan (Sant Joan de Labritja), que incluye varios lugares y poblaciones de gran belleza y tradición, como el propio pueblo de San Juan, San Miguel, San Lorenzo o Portinatx.
Una zona bellísima, en la que solo reina la naturaleza, alejada del bullicio de las grandes aglomeraciones turísticas.
Playas, acantilados y campos abundan en un municipio en el que no faltan buenos alojamientos de agroturismo ni extraordinarios hoteles, como Na Xamena.
Su iglesia de San Juan Bautista, pequeña, blanca y recogida, fue terminada en 1770 y se levantó sobre una vieja capilla, dedicada al mismo santo, que existió en el mismo lugar.
En mi opinión, su aspecto en la fotografía es aún más atractivo que el actual, mucho más cuidado y reluciente, como corresponde a los tiempos que vivimos.
Basta con observar el irregular efecto de la sombra arrojada por el voladizo del tejado para apreciar la impresionante autenticidad de una construcción, de sencilla y modesta belleza, que se alza en esa población rural que, en los años 60 y 70 del siglo pasado, era absolutamente desconocida por un mundo demasiado ocupado en su desarrollo económico como para apreciar el valor de lo verdadero.
Los grandes pinares del término municipal de San Juan, el más septentrional de Ibiza, cubren grandes extensiones de terreno y se asoman al mar, tras cubrir los verdes montes, protectores de unos valles que, milagrosamente, siguen siendo agrícolas en pleno siglo XXI. Algo que asusta cuando consideramos la fragilidad de su conservación para el futuro.
Y, para completar este breve recorrido por algunas de las treinta iglesias de Ibiza, la de San Carlos (Sant Carles de Peralta).
Aquí se conjugan la gracia de una fachada personalizada por tres graciosos arcos de medio punto y el privilegio de un entorno que está pidiendo a gritos su peatonalización.
San Carlos |
A mí me parece imposible concebir Ibiza (y mucho menos, San Carlos, claro está) sin el Bar Anita, con sus mesas sobre la curva más cerrada y peligrosa de la isla, en las que siempre hay alguien jugándose una vida que allí transcurre plácida, pese a los camiones y turismos que rozan a los clientes con sus arriesgados giros. Por si el peligro fuera poco, unas cuantas plazas de estacionamiento, frente al lateral de la iglesia, obligan a unas maniobras suicidas, frecuentemente entre niños de corta edad y conductores despistados y grandes camiones.
La iglesia de San Carlos está en un sitio privilegiado, pero acosada por un creciente tráfico de vehículos en los meses de verano. Un desvío de la carretera general, que lleve a los coches a la que actualmente bordea la iglesia por su parte posterior y pasa por el lateral del Bar Anita (eliminando, además, las plazas de estacionamiento que tanto afean el entorno de la que podría ser una de las plazas más bonitas y animadas de Ibiza) sería una solución sencilla y eficaz.
Cinco iglesias, recordadas a través de otras tantas fotografías antiguas. De esas que rebosan nostalgia y están bañadas por el colorido de todo aquello que fue tan bueno que no queremos que desaparezca nunca...
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