lunes, 30 de junio de 2014

La medina de Fez


La puerta de la medina
La gran medina de Fez, también conocida como Fez el-Bali, es, casi con total seguridad, la mayor y mejor conservada de los países árabes y, está considerada la mayor zona peatonal del mundo. 


De esta última afirmación (universalmente aceptada) yo no me atrevería a dar fe, salvo en el caso de que se considere peatonal al tráfico de burros, claro está, pues el trasiego de estos dóciles, aunque más que testarudos cuadrúpedos por las casi imposibles calles de la medina es constante y, desde mi punto de vista, con evidente prioridad de paso sobre el de los humanos.

En la medina

Pero con burros o sin ellos (esto último es raro), de lo que no hay ninguna duda es que se trata de una inmensa medina amurallada, de una belleza y una autenticidad asombrosas, en la que el viajero se siente transportado hacia un pasado muy lejano, apenas pone su pie en el intrincado laberinto urbano de la portentosa Fez el-Bali.


Hoy Fez, la ciudad fundada por Idrís I en el año 789, es una ciudad densamente poblada (la tercera en tamaño de Marruecos) y la tradición dice que, a través de la historia, ha sido un centro urbano importante en muchas ocasiones, en especial, a finales del siglo XII, cuando se cree que pudo llegar a ser la mayor ciudad del mundo.

Pero Fez es, sobre todo, una de las cuatro ciudades imperiales de Marruecos, cuna de la cultura musulmana del norte de África y centro de estudios islámicos y de todo tipo de artes y ciencias desde que se fundase su antiquísima universidad.
La ciudad estuvo, desde un principio, ligada al más puro espíritu árabe, tal vez por haber acogido una gran cantidad de emigrantes provenientes de Túnez y al-Ándalus, a lo largo de los siglos.
También tuvo un importante barrio judío, que aumentó de tamaño, de forma notable, tras la toma de Granada por los Reyes Católicos en 1492.

Gorro Fez
Durante varios periodos de la historia de Marruecos fue capital del reino, hasta que la colonización francesa de 1912 trasladó la capital a Rabat, que siguió siéndolo después de la independencia y hasta nuestros días.
Pese a ello, Fez sigue siendo considerada hoy el centro religioso y cultural de un país rico en historia y tradiciones que ha sabido mantener su espíritu tradicional a pesar de la poderosa influencia de los tiempos que corren.

En la vieja medina podemos encontrarnos, sin dificultad, con muchas de las artes por las que ha destacado la gran ciudad de Fez durante tantos siglos. Su característica cerámica, por ejemplo, con sus brillantes colores azules, tan utilizados por alfareros y ceramistas, que podemos encontrar en zocos y plazas, además de admirarlos en la magnífica colección que se exhibe en el museo Dar Batha.
Chouwara
De aquí es originario el bien conocido gorro que lleva el nombre de la ciudad, incorporado, con el paso del tiempo a la indumentaria de muchas otras naciones y culturas. 
El gorro fez solo se fabricaba en esta ciudad hasta el siglo XIX, en el que Turquía, Francia y otros países mediterráneos comenzaron, también, a producirlo como consecuencia de su enorme popularidad y generalizado uso.
Sin embargo, pese a las muchas especialidades locales, lo más impresionante de la artesanía local son, sin duda, sus cuatro curtidurías, que siguen operativas en el corazón de la medina.

Palacio Imperial
De todas ellas, la más famosa es la de Chouwara.
Un espectáculo de pozos y luminosos colores muy difícil de igualar, una visita imprescindible para todos aquellos que quieran conocer el corazón de la medina de el-Bali. 
Quien sea capaz de superar durante un buen rato el tremendo hedor (los ramilletes de menta que se entregan, a la entrada, a los visitantes tienen un efecto casi nulo para mitigarlo) asistirá a una combinación cromática de insólita belleza, absolutamente imposible de olvidar.

Muchas otras maravillas (menos impresionantes para el sentido del olfato) esperan al visitante en Fez. La mezquita al Karaouine y su biblioteca; la famosa puerta de Bab Bou Jeloud (principal entrada a la medina), que muchos conocen como "Puerta Azul"; el Palacio Real, con sus enormes puertas de bronce y muy próximo al viejo barrio judío; el mausoleo de Mulay Idrís, el venerado rey santo, fundador de la ciudad, cuyo cuerpo fue encontrado incorrupto cinco siglos después de su muerte; la plaza Seffarine, con sus afamados artesanos caldereros, y sus medersas, entre las que destaca la madraza Attarine, una de las escuelas coránicas más bellas e importantes de todo el reino de Marruecos.


Vista de Fez
Hace años no era fácil encontrar buenos hoteles en Fez, pero hoy, tanto la ciudad como sus alrededores están llenos de alternativas interesantes y para todos los bolsillos.
Existen los hoteles modernos, pero, en mi opinión, la mejor opción para dormir en Fez es, como en otras ciudades de Marruecos, elegir uno de los muchos riads que podemos encontrar tanto en la medina de Fez el-Bali, como en otras zonas.
Si escogemos el interior de la medina, estaremos inmersos en la magia medieval de entorno más auténtico que podemos encontrar en todo el país, pero tampoco está nada mal decidir alojarse en las afueras para disfrutar de las impresionantes vistas de la vieja capital levantada a orillas del río Fez. Desayunar viendo amanecer sobre la medina es un lujo que vale por todo un viaje.
El lujoso Riad Fes, con su inigualable terraza panorámica y el Riad Laaroussa, en el corazón de la medina, son mis dos favoritos.


Fez, una de las cuatro ciudades imperiales de Marruecos, centro religioso y cultural del gran país del noroeste de África, equidistante del Mediterráneo y el Atlántico... un viaje que no deben perderse quienes quieran trasladar su espíritu a lo más profundo del alma de un pueblo que ha sabido conservar sus tradiciones más auténticas a lo largo de la historia.

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