viernes, 25 de abril de 2014

De islas y playas

Hacer listas de "las mejores playas del mundo" es un ejercicio que vemos repetido muchas veces.
Yo nunca me atrevería a practicarlo, sobre todo por mi desconocimiento de la mayor parte de las playas que existen en el planeta, lo que convertiría mi relación en una propuesta un tanto temeraria, como mínimo.
Sin embargo, sí me parece interesante recordar unas cuantas playas lejanas que conozco y me gustan mucho, buscando en ellas un denominador común: el de estar todas en islas.



Entre las muchas y excelentes playas que se pueden encontrar en las Seychelles, Anse Lazio ocupa uno de los lugares más destacados.
Ya el hecho de estar en la isla de Praslin es una garantía de belleza limpia, natural y salvaje. En su misma isla tiene, desde luego, muchas competidoras que destacan por las mismas cualidades que Lazio.
Sin embargo, como casi siempre pasa con los lugares especiales, esta playa tiene algo, difícil de definir, que la coloca un escalón por encima de las otras que hay en la isla de la Vallée de Mai.
El hecho (insólito) de que, en 2011, dos bañistas fuesen atacados y muertos por un tiburón (se cree que en ambos casos se trataba del mismo), lejos de distanciarla del turismo, solo ha contribuido a aumentar su leyenda.
Su muy famoso restaurante, Bonbon Plume, situado en uno de los extremos de la playa, es uno de los más conocidos de Seychelles y ofrece una comida estupenda y unas vistas magníficas. Junto a él podemos contemplar unos cuantos ejemplares de tortugas gigantes autóctonas, que impresionan al viajero por su descomunal tamaño y perezoso comportamiento.



Sin  dejar el archipiélago, encontramos en la fantástica y salvaje isla de La Digue, una de las playas más espectaculares del mundo: Anse Source d'Argent.
Una playa diferente y extraordinaria, sobre todo por su combinación de grandes y caprichosas rocas de granito, arena blanca y aguas templadas y cristalinas.
Es la playa más bonita que conozco y, por si esto no fuera suficiente, se encuentra en una isla pequeña y tranquila, en la que la vida discurre al ritmo que debería ser el obligado en todas partes y no solo en este verde rincón del Índico con nombre de navío francés.
La Digue está muy cerca de Praslin, por lo que sería imperdonable no visitarla cuando estamos en ella y disfrutar de sus playas y de su particular flora y fauna, como el muy raro atrapamoscas negro del paraíso, un ave en serio peligro de extinción, que solo podemos encontrar en la Veuve Special Reserve.

Las Seychelles son uno de esos lugares en los que la naturaleza se mantiene milagrosamente a salvo de las tropelías del hombre, algo de lo que nos da una buena idea el video "Nature and wildlife in the Seychelles", aunque estas imágenes sean, tan solo, un avance de lo que le espera al visitante cuando se sumerge en la masiva belleza de estas islas extraordinarias.



Situada en pleno Virgin Islands National Park, la playa de Trunk Bay viene siendo considerada, un año tras otro, entre las más bellas del mundo.
Y es digna merecedora de este reconocimiento pues, tanto la propia playa como su entorno, son excepcionales.
Es famoso su paseo submarino por el arrecife de coral, que ofrece un muy interesante recorrido de unos doscientos metros sobre una vida sumergida llena de color y actividad. 
Conviene evitar la playa durante las horas centrales del día, pues su fama es tan grande que nunca faltan visitantes, pese a ser la única del parque en la que se cobra por entrar, pero a primeras horas de la mañana y al final del día se puede disfrutar de ella casi en solitario. Si lo hacemos así, tendremos tiempo, además, para recorrer una isla en la que la naturaleza sigue dominando gracias a que la mayor parte se encuentra protegida por el parque nacional.
La vista sobre el Sir Francis Drake Channel y las Islas Vírgenes Británicas, que nos ofrece el impresionante mirador situado al este de la isla de Saint John, es un espectáculo panorámico de los que dejan huella en el ánimo del viajero.



La isla de Santo Domingo, que incluye los estados de Haití y República Dominicana, cuenta con muy celebradas playas, muchas de ellas en la zona de Bávaro y Punta Cana. Pues bien, Juanillo es, según todos los indicios, la mejor playa de Punta Cana.
Solitaria y extensa, la mezcla de los cocoteros que se esparcen con gracia sobre su arena con las aguas claras, azules, templadas y tranquilas que la bañan, conforma un panorama de extraordinaria belleza. Para completar el marco general, una densa vegetación tropical cierra el escenario por su retaguardia.
Disfrutar de una jornada de playa en Juanillo es un verdadero lujo. Una inmensa y paradisíaca extensión de arena blanca y limpia casi para nosotros solos... sabiendo que, a pocos kilómetros, los turistas se disputan el sitio en sus concurridos y enormes hoteles.

Al comienzo de la bahía, ya sobre la propia arena, nos encontramos con Juanillo Beach Food & Drinks, un pequeño restaurante y bar, perfectamente integrado en el entorno, que nos ofrece todo lo que podemos desear para un perfecto día de playa, incluyendo unos grandes toldos blancos con tumbonas, de utilización gratuita para los clientes del restaurante. La comida es sencilla y excelente, el servicio amable... y el enclave espectacular. Sin duda, uno de los locales más atractivos que conozco y, desde luego, de esos a los que siempre apetece volver. Según dejan bien claro unos oportunos carteles señalizadores (que nos indican, asimismo, la dirección) este genial chiringuito se encuentra, exactamente, a 7.176 km de París, 908 de Caracas, 3.021,98 de Montreal y 1.457,75 de Miami. Una precisión que nos reconforta, en medio de una naturaleza tan poderosa.



De nuevo en el Índico, al norte de Zanzibar y muy cerca de su costa este, se encuentra la isla de Mnemba. No es probable que exista un lugar parecido en todo el mundo. La isla es muy pequeña, con su zona central poblada de vegetación (con algunos dik-dik, que viven felices en ausencia de depredadores) y completamente rodeada de una inmensa playa blanca, con un arrecife de coral a pocos metros de la costa. Es una propiedad privada, con un hotel (si se le puede llamar así), el Mnemba Island Lodge, cuya sofisticación absoluta está basada en un concepto único de lujo, natural y primitivo.
Apenas diez cabañas, sin puertas ni ventanas, se asoman a su playa privada desde el borde de la frondosa vegetación central. No está permitido usar zapatos en ninguna de sus impresionantemente sencillas instalaciones, apenas hay luz eléctrica y, si tenemos suerte, veremos el maravilloso espectáculo de las tortugas que acuden a poner sus huevos en la playa... o el de las recién nacidas, avanzando con lentitud y dificultad hacia el agua.
Los desayunos y las comidas se sirven bajo un discreto cobertizo, frente al mar. Y las cenas, bajo una cúpula de infinitas estrellas, sobre la propia arena de la playa, a unos pasos del agua.
El blanco de la arena casi daña la vista y el azul del agua es de un color turquesa tan intenso que no parece real. No, no es probable que podamos encontrar otra isla-playa-hotel similar a Mnemba en ningún otro sitio. Al menos, en el planeta Tierra.



Si Bora Bora es, de por sí, tan diferente y única que su mera evocación ya nos produce sueños paradisíacos, aún más lo son los pequeños islotes, conocidos como motu, que abundan en su laguna.
La mayoría de ellos están rodeados de su particular arrecife de coral y casi todos tienen vegetación en el centro y arena blanca junto al agua. Cuando te mueves por la laguna, parecen estar invitándote, permanentemente, a que te lances por la borda de tu embarcación y llegues a ellos a nado para dormir a la sombra de sus solitarios cocoteros, entre baño y baño...
El más bonito de todos es Motu Tapu. Y lo es tanto por su muy especial fisonomía, con sus playas apenas emergiendo de las transparentes aguas que lo rodean como, sobre todo, por la magnífica vista de Bora Bora que desde el islote tienen los pocos afortunados que lo visitan.
Pasar una mañana entera o una apacible tarde en Motu Tapu, sin nadie que perturbe tu paz es un regalo de valor incalculable. Aunque seas un avezado viajero, veterano de los grandes placeres de la naturaleza, no dejarás de sentirte cautivado por una sensación incomparable.
Dicen que la laguna formada por el arrecife de coral que rodea Bora Bora es la más bella del mundo y yo suscribo esa afirmación. Muchos han sido mis viajes, en los que he conocido lugares de absoluta belleza, pero si tuviera que elegir un destino para colocarlo en el primer puesto de la lista, mi selección recaería sobre este atolón de la Polinesia Francesa, enclavado en las Islas de la Sociedad. Y sería así porque Bora Bora es, en verdad, la perla encantada del Pacífico.


Seis playas y seis islas. Tal vez no sean las mejores. Y es cierto que hay muchas otras dignas de estar en el grupo de las elegidas por los dioses para conformar el olimpo dorado de las playas divinas, pero doy fe de que estas seis están bien grabadas en mi ánimo como poseedoras de las más bellas y destacadas virtudes. Seguro que Neptuno las visita con frecuencia.

1 comentario:

  1. Punta Cana me trae recuerdos maravillosos de los años en que viví en El Caribe, y cada año desde hace 28 que me casé con una Dominicana, vuelvo a ese maravilloso país con playas como Punta Cana.

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