sábado, 3 de enero de 2015

Taormina, un balcón frente al Etna

Cuentan que Teocles fundó Naxos tras su naufragio, allá por el siglo VIII a. de C., fundando, así, la primera colonia griega en Sicilia. Pronto la seguiría Siracusa y, después, muchas otras ciudades que fueron una eficaz prolongación de la cultura helena en esta gran isla del Mediterráneo.

La bahía de Naxos y el Etna
Los fundadores de Naxos (que no debe confundirse con la isla del mar Egeo que lleva este mismo nombre) eligieron, sin la menor duda, un magnífico emplazamiento para asentarse: un balcón natural sobre el mar, en un escenario impresionante con la casi permanente fumarola del Etna frente a su vista.

Naxos dejó de existir, tras múltiples vicisitudes, guerras e invasiones de sus vecinos, pero, por suerte, dejó paso a una nueva ciudad, próxima a su primitivo emplazamiento, que fue fundada, en un lugar más protegido, por los habitantes y descendientes de la primitiva, quienes habían sido expulsados tras la última conquista. Así nació Taormina, una ciudad de singular belleza, heredera de la privilegiada situación geográfica de su hermana mayor e, incluso, superada.
Hoy, Taormina es un destino turístico de enorme atractivo, en el que se mezclan historia y playas, en un enclave extraordinario.

Isola Bella
Hace ya un buen número de años, cuando Ugo Gatti (gran figura de la publicidad italiana que nada tiene que ver con el homónimo y muy conocido portero de fútbol argentino)  decidió proponer Taormina como sede para una próxima reunión, su idea fue muy celebrada por todos los participantes. 
Ugo eligió un lugar muy especial para el alojamiento del grupo, el gran hotel Villa Sant'Andrea, situado en la zona playera de la bahía de Mazzaró, también llamada Taormina Mare, que está muy próxima a la pequeña isla/península protegida, conocida como Isola Bella, cuyo nombre lo dice todo.
En mi opinión, siempre es más recomendable quedarse abajo, junto al mar y acceder al pueblo de Taormina, en lo alto del acantilado, mediante el cómodo teleférico panorámico que une ambas zonas en un viaje de apenas tres minutos y que, además, ofrece unas fantásticas vistas de la costa.

Taormina y el Etna

El Sant'Andrea no es, ni mucho menos, el único hotel de Taormina Mare, pero yo no conozco los otros más que de vista, por lo que pienso que lo más sensato es consultar la página oficial del turismo de Taormina, que dispone de una detallada y completa información.

Yo volveré al Sant'Andrea, ya que no soy nada amigo de cambios una vez que se ha conocido algo bueno. Y este hotel lo es, en todos los sentidos.

Pese a todo, hay quien prefiere quedarse en las cercanas playas de Giardini-Naxos, muy apreciadas por los amantes del mar que aquí, junto al emplazamiento original de Naxos, es de remarcable belleza.

En los alrededores de Taormina no quedan rastros de la vieja Naxos, aunque, en cualquier caso, la 'nueva' ciudad es también muy antigua, ya que data del siglo IV a. de C. 
Pasear por su calles medievales es algo que reconforta el espíritu (siempre y cuando no se haga a las horas de más calor, claro), moviéndose sin prisa entre sus bonitos monumentos, como la catedral de San Nicolás o los palacios Corvaja y Santo Stefano... pero son sus ruinas grecorromanas las que, con justicia, más atraen a los visitantes.

El teatro griego en una foto antigua
Taormina tiene dos teatros construidos en las épocas clásicas. 
El más pequeño es el Odeón, un auditorio romano, levantado en tiempos de César Augusto y descubierto a finales del siglo XIX, pero es el grandioso teatro greco-romano el que ha dado fama mundial a esta bellísima colonia griega.
Reconstruido casi en su totalidad bajo la dominación romana, conserva la mayor parte de su estructura y aspecto originales.
Con capacidad para unos cinco mil espectadores, no solo destaca entre otros grandes teatros griegos por la belleza de su diseño y proporciones, sino que lo hace por estar situado en el lugar más estratégico posible. Las vistas sobre el Etna son únicas y, combinadas con el panorama de la costa, transforman sus gradas en un observatorio singular, capaz de iluminar eternamente la mirada de las almas menos sensibles. 
No parece nada extraño que el mismísimo Goethe quedara tan impresionado cuando lo conoció.


Taormina es, asimismo, un buen punto de partida para visitar otros lugares de la costa oriental siciliana, tales como Messina y su estrecho, Catania y, desde luego, el Etna y la algo más alejada Siracusa.

Un buen destino para viajar en primavera y en el otoño, aprovechando las suaves temperaturas de las que allí se disfruta en ambas ocasiones, aunque yo prefiero los últimos días del verano, cuando, ya entrado septiembre, las hordas de turistas compulsivos rebajan su nivel de acoso sobre playas y piedras milenarias, los días siguen siendo largos y la isla mantiene sus constantes estivales moderadas y atractivas. 
Tal como debió apreciarlas Teocles en su accidentado primer viaje hace ya casi treinta siglos. 
El tiempo pasa muy rápido. Está claro.







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