lunes, 17 de noviembre de 2014

En el Viejo San Juan

El castillo de San Felipe del Morro
Trabajé durante unos años para el Gobierno de Puerto Rico, y más concretamente para su Oficina de Turismo. Mi cliente en España era un personaje muy especial, de cuyo nombre no soy capaz de acordarme (y bien que lo siento). 
Él me abrió los ojos a la realidad de un bonito país, hoy vinculado a los Estados Unidos (como 'estado libre asociado'), a cuya imagen, según sus propias palabras, "había hecho mucho daño esa gran película titulada West Side Story". Tal vez por eso su Oficina de Turismo estaba tan interesado en promocionarlo, como parte de un objetivo mucho más ambicioso.
Algún tiempo después, cuando conocí, personalmente, la tierra borinqueña me di cuenta de que tenía mucha razón.

Puerto Rico es, sin duda ninguna, uno de los países americanos que con mayor orgullo viven su pasado español, pero sin renunciar a sus profunda y beneficiosa relación con los Estados Unidos. No es raro ver en sus edificios privados y hasta en algunos oficiales las tres banderas, como expresiva muestra de sus sentimientos y de que tienen el sentido común de asumir, con satisfacción, su muy rica y centenaria historia. 
Una historia que viene de más atrás y que, en su era moderna, comienza con su descubrimiento por Cristóbal Colón en 1493, durante su segundo viaje.

Cuatro siglos estuvo unida la isla (que, en un principio fue llamada de San Juan Bautista, para quedar, más tarde, el nombre de San Juan reservado a su capital) a los destinos de España, hasta que, en 1898, tras la guerra entre España y los Estados Unidos, pasó, junto con Cuba y Filipinas, a depender de la nueva y poderosa nación norteamericana, hecho que perjudicó los ya trasnochados intereses coloniales españoles, pero que, sin duda, acabó beneficiando el progreso y desarrollo de los portorriqueños que, corrieron, a la larga, mejor suerte económica que cubanos y filipinos, que fueron las otras dos grandes colonias que España perdió en esa desafortunada guerra.

Una calle del Viejo San Juan
Yo siempre he encontrado grandes similitudes entre el mapa de Puerto Rico y el de Asturias, tanto en su forma como en su tamaño, pero debe tratarse de una opinión demasiado personal, ya que no he llegado a conocer a nadie que la comparta, por lo menos, de una manera que sea expresa y pública. 
En cualquier caso, la isla, que es la más pequeña de las Grandes Antillas, tiene una extensión que apenas supera los nueve mil cien kilómetros cuadrados, lo que viene a querer decir que es, aproximadamente, un catorce por ciento menor en tamaño que el Principado de Asturias.

Puerto Rico es una isla llena de maravillas naturales, fantásticas playas y con una naturaleza bellísima, en la que destaca la curiosidad de contar con el único bosque tropical de los Estados Unidos (El Yunque), muy cercano a la capital, San Juan. También es el punto de partida perfecto para visitar las Islas Vírgenes.

La bahía de San Juan
El mayor interés histórico de toda la isla lo encontramos en el Viejo San Juan, la parte más antigua de la capital, tan bien conservada que permite hacernos una idea muy exacta de cómo era la vida de la ciudad en los siglos XVI y XVII.

San Juan es la segunda ciudad fundada en América, tras la de Santo Domingo, y, desde luego, es la primera establecida en lo que, en nuestros días, es parte de los Estados Unidos.
Su punto más representativo es el fuerte de San Felipe del Morro.
La Fortaleza, actual residencia oficial del Gobernador de Puerto Rico, es otro de sus más destacados monumentos. Y tiene buenas razones para serlo, pues es la más antigua fortificación de la ciudad, construida en el siglo XVI para protegerla de los ataques de indígenas y piratas.

En el Gallery Inn
Pero lo más interesante del Viejo San Juan es recorrer sus coloridas calles, visitar su tiendas y sentarse a comer en un restaurante, bajo los imprescindibles aires protectores de un gran ventilador de techo (hoy, por desgracia, sustituidos en casi todas partes por el nada romántico aire acondicionado).
Resulta muy poco probable que durante este paseo no escuchemos alguna versión de la celebérrima canción de Noel Estrada, 'En mi Viejo San Juan', probablemente en la voz del mexicano Javier Solís que fue quien la hizo popular, a nivel internacional.
Por su parte, los amantes de la poesía no deben olvidar que aquí murió Juan Ramón Jiménez en 1958, dos años después de haber ganado el Premio Nobel.

Aunque los más lujosos hoteles de San Juan están en la playa de Isla Verde, mis favoritos son El Convento y The Gallery Inn, ambos en pleno centro de la antigua ciudad.

El gran restaurante del Viejo San Juan es Marmalade, pero, en mi opinión, hay muchos interesantes, como el Bagua o el Punto de Vista, en los que se puede disfrutar de la riquísima comida criolla de la isla, en especial el mofongo, que es el plato nacional, cuya base es el plátano verde frito.

Juan Ponce de León
Moverse por el Viejo San Juan es viajar a los primeros siglos de las colonias españolas en América, algo que es posible hacer en muy pocos sitios y que aquí es un privilegio único, gracias a un casco antiguo, perfectamente conservado, limpio, seguro y amigable, en el que nos encontraremos muy a gusto y seremos felices, siempre que tengamos capacidad para manejar con soltura esa mezcla de alta temperatura y humedad tan característica de esas latitudes. 

Cualquiera que se adentre en sus adoquinadas calles, sentirá esa misma sensación de acercarse a los tiempos de Juan Ponce de León, el adelantado español que fuera primera autoridad de Puerto Rico, además de descubridor de Florida. Lo que ya es más improbable es que le ocurra lo que a mí durante mi primer viaje a la isla, en el que por culpa de una broma que gastó a unos americanos un amigo portorriqueño (basada en mi innegable parecido con el conquistador Ponce de León), estuvo a punto de producirse un incidente diplomático...

Claro está que merece la pena visitar otros lugares de la isla, algunos cercanos como el ya mencionado bosque pluvial de El Yunque o la playa de Luquillo, muy próxima a su entrada. Esta playa es una de las mejores de la isla y está situada en un lugar estratégico, gracias a su escasa distancia de San Juan y, sobre todo de El Yunque. Es un lugar muy salvaje y natural, con altos cocoteros y mucha vegetación a sus espaldas. Su arena es dorada y suele estar tranquila, pues está protegida del oleaje del Atlántico por un arrecife de coral.

Playa de Luquillo
La combinación de la visita del bosque tropical de El Yunque con Luquillo es una excursión perfecta desde la capital.

Hay muchas más, pero centrémonos hoy aquí, en el Viejo San Juan, recordando que la historia de América empezó, a finales del siglo XV, en la que es una de las dos primeras ciudades del Nuevo Mundo. Una antigua fortaleza que está unida para siempre a la huella que en ella dejaron aquellos intrépidos descubridores, quienes nos abrieron las inmensas puertas de este gran continente que sigue siendo nuevo para quienes lo miramos desde Asia o Europa. 

Un continente que, como la isla de Puerto Rico y la propia ciudad de San Juan, está lleno de grandes riquezas, entre las que destaca la que yo considero como la mayor de todas ellas: la extraordinaria calidad humana de sus habitantes. Algo que, no solo en el Viejo San Juan, sino en todo Puerto Rico, se hace patente a cada paso para quien tiene la suerte de visitar a esta verdadera perla de las Antillas.


1 comentario:

  1. En mi viejo san juan cuantos sueños forje en mis noches de infancia ... Cuantas horas y días durante mis años en El Caribe. Gracias por traerme este recuerdo

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