lunes, 9 de febrero de 2015

Amankila, al sudeste de Bali

 Todos los Aman Resorts son magníficos, pero Amankila añade a las virtudes comunes a una de las mejores cadenas hoteleras del mundo, algunas otras muy particulares, que están íntimamente relacionadas con el privilegiado y solitario lugar en el que se encuentra.

Amankila y Gunung Agung

Lejos de la ajetreada ciudad de Denpasar y casi en el extremo oriental de la costa sur de la isla de Bali, frente al estrecho de Lombok y protegida, a su espalda, por la inmensa mole del sagrado monte Agung, Amankila se esconde entre bosques, playas y arrozales, a salvo del turismo y próxima a la tierra de los dioses.

Porque el monte Agung, el Gunung Agung, es la réplica balinesa del monte Meru, morada del dios Shiva cuando visita esta parte del mundo. Y está claro que no ha elegido un mal lugar, porque su impresionante mole cónica domina toda la parte oriental de la isla y, con su gran altura (más de tres mil metros), es responsable (él o Shiva) del diferente clima que se manifiesta a uno y otro lado de sus laderas.

Pura Besakih

Precisamente es entre su enorme cráter y el propio Amankila el lugar donde se encuentra el principal templo de la isla de Bali, Pura Besakih, también llamado 'El Templo Madre'. 
Aunque Pura Besakih es mucho más, ya que, en realidad, es un complejo con más de veinte templos, situado en la ladera sur del Gunung Agung, cuyo origen se remonta a épocas muy antiguas. Tanto el monte Agung como los templos de Besakih son lugares sagrados para la religión hindú y, desde luego, merecen ser visitados. 
Como es lógico, por su situación, Amankila es un lugar perfecto para hacerlo. Como lo es para descansar unos días, en un ambiente de máxima tranquilidad, rodeados del magnífico y refinado estilo, característico de los Aman Resorts.

Flower girls
Ya la llegada a Amankila nos augura una estancia feliz, cuando unas encantadoras niñas nos reciben con flores y sonrisas en la misma puerta, siguiendo la más pura tradición hospitalaria balinesa. 
Una vez traspasado el umbral, nos encontramos con unos extraordinarios espacios abiertos, dominando el mar desde sus salones y terrazas, que van descendiendo hasta la playa, de forma escalonada y armoniosa, sin perturbar el aspecto salvaje de la naturaleza que nos envuelve.

Sus habitaciones son elegantes suites balinesas, decoradas con el tradicional gusto étnico que está presente en todos los Aman Resorts que conozco y que siempre evita los ambientes de lujo recargado, tan frecuentes en muchos hoteles que presumen de una categoría que, en general, brilla por su ausencia, suplantada por excesos inapropiados.

Piscina del club de playa
Todas las suites disfrutan de una privacidad absoluta y varias tienen piscina propia, si bien he de reconocer que se hace poco necesaria, ya que es, de todo punto, más interesante utilizar la gran y muy especial piscina de tres niveles, cuyas vistas sobre el estrecho de Lombok son espectaculares.
O la larguísima y estrecha piscina del club de playa, de insólita belleza, enmarcada entre altos cocoteros y frondosa vegetación. 
El agua adquiere en ella una tonalidad verdosa, de una naturalidad que combina a la perfección con el paisaje que la rodea. Una de las piscinas más bonitas en las que he estado. Y, a pocos pasos de ella, la playa. Solitaria y perfecta para olvidarse del mundo.

La comida es otro de los alicientes de Amankila. Excelente, como es habitual en Bali, pero con ese toque propio y cuidado, enaltecido por el marco, de discreta elegancia, que solo pretende ensalzar las vistas que se nos ofrecen, difícilmente superables. Una suave música balinesa en directo nos acompaña siempre durante la cena.

Ujung Water Palace
De día, si somos capaces de renunciar al inmenso placer del dolce far niente y quedarnos en un lugar tan privilegiado, podremos hacer alguna excursión, ya sea a los lugares sagrados antes mencionados o al Ujung Water Palace, también muy próximo.
Tampoco está nada mal pasar media jornada en el campo, disfrutando en medio de la naturaleza de un picnic preparado en Amankila al que nunca le falta el más mínimo detalle.
Lo que, desde luego, no sería capaz de recomendar a nadie es la visita a la muy famosa Goa Lawah, que se conoce popularmente como 'Cueva de los Murciélagos'. 
Si algún día me pierdo en Bali (no es improbable), que nadie me busque en ella.

El gran problema de Amankila es que, por mucho tiempo que estemos allí, siempre nos parecerá poco. Por desgracia, hay que volver a la vida real, cuya percepción es de lejana y absurda cuando se está en aquel lugar de la costa balinesa, al sur del gran volcán en el que Shiva nunca deja de pasar sus vacaciones isleñas. Seguro que a él también le parecen cortas.

Suite con piscina privada en Amankila






Piscinas de tres niveles en Amankila

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