jueves, 30 de agosto de 2012

Capri, la roca de Augusto

Si bien es cierto que Tiberio engrandeció la leyenda de Capri, al convertir su Villa Jovis en residencia permanente del emperador de Roma, la pequeña y escarpada isla de las cabras ya había sido descubierta y frecuentada por su antecesor, Octavio Augusto, quien, tras quedar atrapado por su belleza, la compró y pasó en ella largas temporadas. A nadie que conozca Capri puede extrañarle que tanto ellos como Mann, Malaparte, Neruda y muchos otros, se enamorasen de la isla con solo verla.

Reloj de la Piazzetta
Hoy, lejanos ya los días legendarios del incipiente y exclusivo turismo que la redescubrió a mediados del pasado siglo, haciendo de ella un mito que tantos otros rincones del Mediterráneo han querido emular, sigue siendo uno de los destinos más especiales para aquellos que buscan algo especial en un viaje.

Es fácil llegar a Capri desde Nápoles, cruzando su impresionante golfo desde el Molo Beverello. En apenas tres cuartos de hora habremos atracado en la Marina Grande, tras disfrutar por la banda de babor de la constante silueta del eterno Vesubio.

En estos modernos y poco románticos tiempos, Capri, como tantos otros lugares, es víctima del trasiego de fugaces visitantes, turistas de unas horas, que apenas recordarán lo que vieron cuando vuelvan a casa. Por eso considero indispensable pasar, al menos, una noche en la isla. Y, desde luego, es muy poco porque, aun siendo tan pequeña (algo más de 10 km2), tiene mucho de lo que disfrutar.

Capri es singular, diferente... única. Con tan solo dos poblaciones (Capri y Anacapri), no cesa de ofrecernos escenarios inesperados y tan especiales, que invitan a volver a visitarla, una y otra vez.
Hay que recorrerla entera, por tierra y por mar, procurando no tener nunca prisa, pero estando dispuestos a demostrar que nuestra forma física es excelente, ya que sin andar (casi siempre subiendo y bajando), nos perderemos lo mejor de la isla.

Reconociendo la indiscutible belleza de los paisajes de Anacapri, yo prefiero Capri como residencia por ser el verdadero centro neurálgico de la vida de la isla.

La Piazzetta
Quienes atiendan esta recomendación, deberán tomar el centenario funicular que conecta en pocos minutos la Marina Grande con la célebre Piazzetta, siempre tan concurrida y  animada  bajo el reloj de su célebre torre. Desde allí se puede llegar andando a casi todos los hoteles de la zona, lo que no deja de ser una buena noticia ya que la circulación rodada está limitada a los pequeños vehículos eléctricos de transporte. Capri es una villa peatonal, como no podía ser de otra manera.

Pizzolungo
Muchos son los hoteles de Capri. Y otros tantos los de Anacapri. La mayoría de ellos tratan de amoldarse al estilo que los visitantes esperan encontrar allí, haciendo gala de una estética muy particular, propia de una isla en la que imperan los blancos, los azules y los amarillos, tan frecuentes, también, en los abundantes azulejos de fuertes reminiscencias mallorquinas (maiolica) que veremos en hoteles, albergues y casas de huéspedes. La mayoría de estos alojamientos (de todas las categorías) los encontraremos en la excelente página informativa Capri.net, mucho mejor, para mi gusto que la oficial del Turismo de Capri.

Hay en la isla hoteles muy lujosos y exclusivos, desde el conocido Quisisana hasta el Capri Palace (éste en Anacapri), pero mi favorito, a gran distancia de todos los demás, es La Minerva, que no es, ni mucho menos, de los más caros. Para mí no hay otro que conjugue con tanta clase y elegante sencillez, el original espíritu de Capri. Una opción más modesta, pero excelentemente situada, es La Tosca, un pequeño hotel con buenas vistas, a pocos metros de la Piazzetta.

Grotta Azzurra
Los mejores meses para visitar la isla son junio y septiembre, evitando los fines de semana, a ser posible. Pero, incluso en los períodos de mayor número de visitantes, Capri siempre nos ofrece lugares solitarios, alejados del bullicio de su muy animado centro. Hay varios paseos imprescindibles, como el de Pizzolungo o la subida a Monte Solaro. La Grotta Azzurra suele estar llena de visitantes, pero no podemos dejar de introducirnos en el azul más luminoso del mundo a bordo de una de las pequeñas barcas que se amontonan en su angosta entrada. También en Anacapri, Villa San Michele nos transportará al infinito mundo de los sueños y, en el centro del pueblo, la iglesia del mismo nombre es única por su asombroso suelo de maiolica representando la expulsión de Adán y Eva del paraíso.

Monte Solaro
Ninguna visita a Capri es perfecta sin un baño y una comida en La Fontelina, frente al símbolo de la isla: los míticos farallones. O sin una cena en el Lido del Faro, disfrutando de una puesta de sol imposible de olvidar. Otros restaurantes que me gustan son Aurora, Da Paolino, Il Geranio... y en Anacapri, una joya, Da Gelsomina, desde donde, tras una buena comida, podremos pasear junto a impresionantes y solitarios acantilados, disfrutando de vistas irrepetibles. Los hay más caros, pero a mí éstos me parecen los más auténticos y, algunos de ellos, con espectaculares vistas.
Un exquisito granita di limone (granizado de limón) en la Piazzeta o, tal vez, en el quiosco que encontraremos en via Tragara... o en el que nos espera junto a los Jardines de Augusto, acabarán de redondear una jornada en la que no habremos dado tregua a nuestros sentidos.

En Capri podemos comprar cerámica, un perfume en la fábrica de Carthusia, unos pantalones en La Parisienne... pero bajo ningún concepto podemos volver sin unas sandalias de Amedeo Canfora. Sería como no haber visitado la isla.

Y, por si la incomparable belleza y personalidad de Capri no fuesen suficientes para justificar el viaje, todavía nos quedan muy cerca, ya en tierra firme, Positano, Amalfi, Ravello, Sorrento...

Faraglioni




Pero son éstas demasiadas emociones para no estar obligado a reflejarlas en un capítulo aparte... siempre con la silueta de Capri en el horizonte, surgiendo frente a nosotros de las aguas del Tirreno, por delante de los últimos rayos de sol de la tarde.

4 comentarios:

  1. Muchas gracias, por este viaje tan especial, lleno de sensaciones. Es un placer imaginar los lugares y paisajes que tan bien describes.

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  3. Felicitaciones Paco; es tal cual lo describes. Un canto a nuestras sensaciones mediterraneas.

    ResponderEliminar
  4. Sí, es una isla maravillosa; siempre quedan ganas de regresar.

    ResponderEliminar